“Los cuatro acuerdos”, del escritor y orador mexicano Miguel Ángel Ruiz, es considerado un clásico de la literatura de desarrollo personal. Este libro, inspirado en un conjunto de creencias del pueblo tolteca, propone ayudar a sus lectores a explorar la libertad, la felicidad y el amor. Sostiene que nuestras vidas están determinadas por una serie de “acuerdos” que reflejan cómo nos vemos a nosotros mismos, qué consideramos posible para nuestra vida, cómo pensamos que debemos comportarnos y cuál creemos que es nuestro valor.

El primero de estos acuerdos resulta, a la luz de las costumbres actuales, una propuesta revolucionaria. Es el más importante y poderoso, pero también el más difícil de cumplir: “Sé impecable con tus palabras”.

Don Miguel Ruiz asegura que toda nuestra intención se pone de manifiesto a través de las palabras: aquello que soñamos, aquello que sentimos, lo que somos en realidad. Tal es así que las califica como “el instrumento de la magia”. ¿Cuál magia? Como un arma de doble filo, las palabras son capaces de crear “el sueño más bello o de destruir todo lo que te rodea”. Y en ese sentido, todos los seres humanos somos “magos”. “Hace años, en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre manipuló a un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a una guerra mundial sólo con el poder de sus palabras.

Convenció a otros para que cometieran los más atroces actos de violencia. Activó el miedo de la gente y, de pronto, como una gran explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en guerra”. Así, considera a las palabras semillas con una extraordinaria capacidad de florecer gracias a la fertilidad de la mente.

Pero, ¿qué significa esto de ser impecable con las palabras? Ni más ni menos que no utilizarlas en nuestra contra. Y es que todo lo que decimos nos vuelve, por un mecanismo de acción y reacción, como un bumerang. “Ser impecable” es sencillamente utilizar la propia energía de manera correcta, es decir, en la dirección de la verdad y el amor. Si somos capaces de llegar comprometernos a ser impecables en el modo en que nos expresamos… “bastará para que la verdad se manifieste a través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu interior”. El problema es que hemos aprendido a hacer precisamente lo contrario: con demasiada frecuencia usamos las palabras para maldecir, para culpar, para reprochar, para destruir. Y también para descargar rabia, celos, envidia y odio. Este uso erróneo de las palabras, además de perjudicamos –como es evidente-, nos mantiene en un estado de miedo y de duda.

“Si eres impecable con tus palabras verás cuántos cambios ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de tratarte y en tu forma de tratar a otras personas, especialmente a las que más quieres. La impecabilidad en tus palabras también te proporcionará inmunidad frente a cualquier persona”.

Este acuerdo está estrechamente unido a la decisión de ser libre, feliz y de trascender los niveles bajos de conciencia. “Dite a ti mismo que eres una persona maravillosa. Dite cuánto te amas. Utiliza las palabras para romper todos esos acuerdos que te hacen sufrir”.